El
objetivo de cualquier inversor en bolsa no es otro que obtener la más alta
rentabilidad a través de sus ahorros, cuanta más mejor. Más no es una labor
sencilla de llevar a la práctica debido a las especiales características de
este mercado financiero. A través de la experiencia adquirida, y tras muchas
operaciones fallidas, puede llegarse a un punto en donde los pequeños
inversores tendrán más fácil llegar a sus planteamientos iniciales para
rentabilizar su patrimonio. Pero no menos cierto, es que tras la importación de unas sencillas pautas de comportamiento se
podrá, al menos, cometer menos errores.
Asimismo,
habrá que planificar nuestra inversión
a partir de unas demandas mínimas con respecto a los objetivos a cumplir:
cuanto queremos ganar, que nivel de pérdidas podremos asumir, el período de
tiempo que podrá aguantarse hasta cerrar las posiciones… Una vez delimitadas correctamente
nuestras preferencias, será el momento de entrar en los mercados bursátiles,
pero no de cualquier forma ni en todos los momentos, sino por medio de un
cierto aprendizaje en los mercados de renta variable, que será el que
finalmente nos ayude a formalizar con éxito la operación.
Será
determinante el momento actual de los
mercados bursátiles (alcista, bajista o neutro), pero también otras situaciones
de las que depende nuestra elección, que van desde un análisis técnico de los
valores, a otras más propias de aspectos coyunturales en la evolución de la
economía, sin olvidarse de los errores estratégicos que pueden evitarse si se
siguen rigurosamente los consejos.
Tampoco
pueden desdeñarse otros parámetros, aún más convincentes, basados en la
aplicación de certeras estrategias para mejorar nuestras posiciones en renta
variable, y que globalmente incidirán, en que al cabo de un período de tiempo
no excesivamente dilatado, presenten amplías plusvalías que inviten a los
ahorradores a cerrar sus posiciones, es decir, vender.
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