Los bancos han
habilitado una serie de estrategias para que sus clientes puedan mejorar los márgenes
de rentabilidad de los depósitos a plazo. Ahora precisamente que estos
productos financieros ofrecen un retorno sobre los ahorros que está en los
niveles más bajos de las últimas décadas. Como consecuencia de la decisión del
Banco Central Europeo (BCE) de abaratar el precio del dinero. Hasta el punto que
ha llevado a que su valor sea prácticamente nulo, al situarse en el 0 %. Pues
bien, una de estas actuaciones se basa en suscribir imposiciones en otras
monedas que no sean la local, es decir, el euro. Porque en efecto, puede
formalizarse en las más relevantes del mundo: franco suizo, dólar
norteamericano, libra esterlina o incluso el yen japonés. Cualquier idea es
buena para devolver la confianza a los ahorradores.
Se trata de
una operación que está disponible en todas las entidades y que puede
formalizarse cómodamente desde casa, en el ordenador, a través de la banca
online. Va dirigida a todos los plazos, desde solo unos pocos días a tres o
cuatro años de permanencia, en función de las necesidades reales de los
clientes. Pero lo que en principio podría ser una excelente propuesta para
mejorar el saldo de la cuenta corriente, finalmente puede que no lo sea tanto.
Fundamentalmente por dos motivos que serán muy convenientes que atiendan los
usuarios. En primer lugar, porque estas operaciones requieren de un cambio de divisa.
Conlleva una comisión, que sin ser elevada, puede aminorar los ya débiles
rendimientos que generan las imposiciones en estos momentos. Y en otro nivel,
por la excesiva volatilidad de estos mercados financieros que hacen que estas
operaciones se vuelvan imprevisibles. Las fluctuaciones en el tipo de cambio
pueden generar pérdidas.
Con similares características a los depósitos
tradicionales
Aunque se
trata de un producto bancario adaptado a toda clase de monedas, en la práctica solamente
se formaliza en las más potentes del mercado de cambios: dólares y francos
suizos. Bajo los mismos planteamientos y plazos de permanencia que en las
imposiciones convencionales. También se presentan son similar estrategia en el
cobro de los intereses ya que se harán efectivos a su vencimiento. Se trata de
una operación que está presente en todos los grupos financieros que operan en
España. Hasta el punto que estos movimientos de capital son recogidos desde la
banca online para fomentar el ahorro desde cualquier perfil de los usuarios.
Sin comisiones ni gastos en su gestión, más allá de las generadas por el cambio
de divisa. Tan solo está habilitada la cancelación anticipada para los
titulares que rescindan el contrato.
¿Por qué puede
merecer la pena contratar uno de estos productos en un momento determinado?
Pues para aprovecharse de las fuertes oscilaciones de este activo financiero y
que pueden mejorar sus márgenes de rentabilidad. Pero por este mismo motivo es
más arriesgada su formalización. Ya que si elección no es la más adecuada, el
efecto puede ser el contrario. Hasta llegar al punto que no proporcione ningún
retorno sobre los ahorros o incluso este sea negativo.
¿Cómo se reducen los riesgos?
Al suscribir
un producto con estas características, se estará generando una exposición más
agresiva a las aportaciones realizadas. Porque en efecto, puede producir
efectos no deseados en los deseos de los impositores. No en vano, el interés de
estas operaciones bancarias reside en aprovechar los beneficios de las fluctuaciones
de las monedas en los mercados financieros. Factor que no siempre se produce y
de cumplirse puede limitarse a periodos muy puntuales. Como consecuencia de
esta particularidad, su contratación es más eficaz a plazos muy cortos.
Otro
de los rasgos que definen a estos productos es que para reducir los riesgos en
la variación de las divisas admiten la contratación de seguros de cambio.
Por medio de este instrumento financiero se eliminarán incertidumbres desde un
principio. Pero a cambio de disminuir un poco su rentabilidad por el gasto ocasionado
por esta póliza.
Sin interés fijo, ni garantizado
Por otra
parte, las incertidumbres que se derivan de su contratación son más que relevantes.
Hasta el punto que puede provocar el efecto contrario. Es decir, generar
rendimientos menores que en las contrataciones en euros. Estos escenarios, cada
vez más habituales, pueden imponer excesivas distorsiones en las operaciones.
En donde será necesario analizar la ecuación entre riesgo y beneficio que
conlleva su suscripción.
Los
depositantes, no solamente deberán valorar su tipo de interés inicial, sino las
variaciones en los cambios que se desarrollaran en cada jornada de cotización.
Ante esta situación, no les quedará más remedio que determinar el posible beneficio
de la operación para determinar si realmente merecerá la pena su suscripción. Puede
darse el caso que suscriban una imposición vinculada al dólar norteamericano
con un tipo de cambio de 0,85, pero a su vencimiento se sitúe en 1,10. Este movimiento produciría que la
inversión estuviese en terreno negativo, con la consiguiente pérdida de
capital.
Por este
motivo, uno de los errores más frecuentes que suele cometerse es fijarse en que
los retornos de los ahorros puedan ser más beneficiosos que en euros.
Efectivamente esto puede ser así, pero siempre que su evolución sea favorable
hasta su vencimiento. Porque cualquier deterioro en la economía de la divisa contratada
dará al traste con las expectativas creadas. En donde, la volatilidad de las
monedas hará imprevisible cualquier cálculo sobre su rentabilidad.
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