El
cheque como método para pagar se lleva usando desde hace más de dos siglos,
especialmente en la realización de
transacciones comerciales. Sin embargo, ha ido perdido protagonismo en los
últimos años debido a la aparición de las nuevas tecnologías y la llegada de
las tarjetas de crédito, la banca online y, recientemente, el pago a través del
teléfono móvil.
En
pocas palabras, un cheque es una orden
de pago por escrito que permite a la persona que lo recibe cobrar la
cantidad estipulada en el documento, siempre y cuando dicho total esté
disponible en la cuenta bancaria de quien lo emite. Es decir, mediante un
cheque autorizas a un tercero a retirar dinero de una cuenta, sin necesidad de
que el sujeto sea el titular de dicha cuenta.
Hay
diferentes tipos de cheques, en concreto seis modalidades, cada cual con sus
características particulares. El cheque personal, el más común y popular, es el
emitido a la cuenta corriente de una persona física o jurídica y para hacerlo
efectivo es necesario que el librador -persona o empresa que emite y firma el
cheque- disponga de los fondos indicados. Esto quiere decir que si alguien te
paga con un cheque personal, no podrás tener la seguridad total de que lo
cobrarás. Y además de tener que reclamar el pago, el banco te cobrará una comisión por cheque devuelto que varía
entre el 2% y el 3% de la cantidad total estipulada. De hecho, el banco en
cuestión podrá cobrarte una comisión si no se cobra el cheque en la misma
entidad que el emisor del mismo.
Estos
motivos, según indica el comparador financiero y de préstamos online rápidos WannaCash.es, así
como la falta de seguridad y posibles falsificaciones han provocado que el uso
del cheque personal haya disminuido tras la llegada de otros mecanismos de pago
más rápidos, cómodos y seguros.
Por
otro lado encontramos el cheque conformado; en el cual existe la seguridad de que el emisor del cheque
tiene fondos suficientes en su cuenta; cheque de caja, emitido por una
institución crediticia para que sea cobrado por sus propias sucursales; cheque
bancario, el emisor es el propio banco y el cual debe pagarlo; y el cheque de
viaje, permite efectuar pagos en diferentes divisas en la mayor parte de países
del mundo.
En
cuanto al tiempo del que una persona dispone para cobrar el cheque son de 15 días para los cheques emitidos y
pagaderos en España; de 20 días para los emitidos en Europa y pagaderos en
España; y de 60 días para los cheques emitidos en el extranjero y pagaderos en
España.
Por
último, hay quien desconoce cuáles son las diferencias entre un cheque, un
pagaré y una letra de cambio. Pues bien, la principal diferencia entre el
cheque y el pagaré es que este último permite ser posdatado, es decir, que su
cobro puede hacerse efectivo más adelante, en la fecha determinada y pactada
entre las partes (por norma general el plazo es de 30, 60 ó 90 días). La letra
de cambio, por su parte, comparte las
mismas características que el pagaré, pero tiene una gran diferencia: la
persona que emite el documento es el acreedor o librador, mientras que el
pagaré lo emite, normalmente, el propio deudor.
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