Las plusvalías en bolsa es la
diferencia positiva entre el precio de la compra y la venta de las acciones.
Pero nunca refleja la realidad sobre el dinero que va a parar a la cuenta
corriente de los inversores. Por un lado, hay que descontar todas las
comisiones y gastos de gestión o mantenimiento que conllevan cada una de las
operaciones. Y por otra parte, el tratamiento fiscal de estos movimientos. Como
consecuencia de ambas operaciones, se llegará a la conclusión de que los
beneficios no son netos, sino que por el contrario son brutos ya que habrá que
descontar una serie de gastos para encontrarse al final con el beneficio real
de las operaciones realizadas en los mercados financieros.
El primer recorte que tendrán que
afrontar los usuarios es el derivado por las operaciones de compraventa en la
bolsa española. No solamente proceden de una única fuente de gastos, sino de
varias. Además, buena parte de las comisiones afectarán por partida doble,
tanto en la compra como venta. La más importante es la que tiene que ver con
los costes de intermediación. Son los que cobran las entidades financieras con
las que se realizan las operaciones.
No hay unas tarifas fijas, sino
que dependen de cada intermediario que tendrán que publicar sus tarifas y
remitirlas a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). Oscilan entre
un 0,20 % y 0,40 % sobre el importe efectivo de cada operación. Es decir, para
una inversión de 100.000 euros tendrá un desembolso medio de 300 euros y que
tendrá que aplicarse dos veces, en el momento de la compra y venta de las
acciones. De todas formas, estos márgenes comerciales pueden verse reducidos
por medio de los intermediarios digitales que cuentan en estos momentos con las
mejores ofertas para operar en los mercados financieros.
Los cánones de liquidación es
otro de los gastos fijos que conlleva cualquier operación en bolsa. Se trata de
una tasa fija que aplican los intermediarios financiaros del 0,0026 % sobre el importe de la operación. Con un mínimo de
0,10 euros y una cuantía máxima de 3,50 euros. Supondrá un coste insignificante
pero que será obligatorio ejecutar en todos los movimientos en los mercados de
renta variable. A ello habrá que añadir los cánones de la bolsa española y de
la que es ajena los bancos encargados de realizar la operación. Se aplica por
tramos, 1,10 euros para operaciones inferiores a 300 euros y un máximo de 13,40
euros para los importes que superen 140.000 euros. Por último, también está
presente una comisión denominada como de custodia. Es la más baja de todas y su
cuantía oscila entre 3 y 9 euros por valor al año aproximadamente.
El gasto medio de una compraventa
de acciones (por valor de 100.000 euros) representará un cargo final a cuenta
en torno a 625 euros. Se descontará de las plusvalías generadas en las
operaciones realizadas. No obstante, no será el único desembolso que deberán
afrontar los inversores ya que el tratamiento fiscal de esta inversión también
generará un gasto obligatorio. No porque tengan retención, que no la tiene, sino
porque hay que tributarlas en la declaración de la renta.
Las ganancias patrimoniales, que
se produce cuando el precio de las ventas es superior al de las adquisiciones,
tributan como rentas del ahorro en el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas
(IRPF). Pero no siempre de la misma manera ya que le es aplicado un tipo
impositivo que oscila entre el 19 % y 23 %. A través de diferentes tramos que
irán en función de las plusvalías generadas durante un mismo año. De esta
manera, las ganancias hasta 6.000 euros tributarán al mínimo, al 19 %; entre
6.000 y 24.000 euros al 23 % y en la franja máxima, a partir de 24.000 euros, tendrán una imposición del
24 %. No obstante, hay una pequeña diferencia en su tributación y es que esta no
se producirá en el momento de la venta. Sino que por el contrario, habrá que
abonarlas al realizar la declaración de la renta del próximo año.
Como consecuencia de todos de
estos costes fijo, la operación cuantificada anteriormente generará un
desembolso cercano a 3.000 euros para unas plusvalías de 10.000 euros. Con lo
que al final el beneficio neto de la operación en bolsa será de tan solo 7.000.
Es decir un 30 % menos del dinero ganado en los mercados financieros.
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