Si hay una estrategia que
proporciona mayor seguridad a la inversión esa no otra que la diversificación. ¿No
será mejor abrirse a nuevos mercados que limitarse a lo que haga un solo valor,
sector o índice bursátil? Este problema se soluciona a través de una gestión
más abierta en los activos financieros contratados. Hasta el punto que desde un
mismo producto puede abrirse posiciones en renta variable, fija o incluso desde
modelos alternativos procedentes de varias áreas económicas del mundo. En esto
consiste básicamente la diversificación en la inversión.
El problema para los inversores reside
en el hecho de que muy pocos productos saben combinar estos activos financieros.
No en vano, lo habitual hasta hace unos años es que cada modelo de inversión
abarcase un mercado financiero en concreto, sea cual fuese su naturaleza. Esta
tendencia ha cambiado sustancialmente y en estos momentos es posible agrupar
varios de ellos en un mismo producto. Sin necesidad de que el usuario tenga que
acudir a diferentes formatos de inversión para satisfacer sus necesidades. No
solamente le generará dedicar más tiempo a su búsqueda, sino a incrementar las
comisiones y gastos de gestión que conlleva su contratación. Por tanto, es el
momento de detectar cuáles son estos productos financieros que admiten una gestión
más flexible de los ahorros.
Bajo estas características, destacan
los fondos de inversión por la especial naturaleza de sus modelos. A través de
los fondos mixtos se permite que la cartera de inversión pueda ajustarse al
perfil de sus titulares. De esta forma, podrán incrementar su composición por
medio de renta fija o activos monetarios para un perfil defensivo. O por el
contrario, incidir en la renta variable para modular unos planteamientos más
agresivos.
Una de las ventajas que aportan este
producto financiero es su variedad para integrar modelos de inversión de una misma
cartera. Como por ejemplo, acciones en bolsa, divisas, bonos, warrants y
rendimientos de cuentas corrientes. No hay prácticamente limitaciones en cuanto
a los objetivos que persiguen los fondos. Por otra parte, su diversificación no solamente afecta a activos
financieros, sino también a las áreas geográficas en donde cotizan: zona euro,
emergentes, globales, etc. Como consecuencia de las especiales características
de este producto, un inversor agresivo se decantará por 80 % de renta variable
y el 20 % restante en fija. Mientras que un perfil moderado variara los
porcentajes bajo la tendencia contraria, incluso optando por una parte de los
ahorros a los mercados monetarios.
Los ETFs por su parte, basan sus
propuestas en una exposición global a varios sectores o índices bursátiles, al
replicar estas fuentes de referencia de los activos financieros. ¿Para qué
elegir solamente las acciones de una sola empresa cuando se puede abarcar a
varias? Este es uno de los principales objetivos de los fondos cotizados. En
cualquier caso, uno de sus efectos es que se minimizarán los riesgos de
invertir en un único destino para el capital.
Además, presentan varias, y de
diversa naturaleza, alternativas en donde rentabilizar el patrimonio. Ibex 35,
CAC 40, Dow Jones, bonos soberanos, materias primas y metales preciosos, entre
algunos de los más relevantes. Por otra parte, ya de por sí misma su estructura
está diversificada al tratarse de un producto financiero que combina las
operaciones en bolsa y fondos de inversión. En todos los casos, permite aprovecharse
de la tendencia alcista de buena parte de los activos financieros que cotizan
en los mercados. Pero sin tener que seleccionar una sola vía de inversión en
donde el riesgo es más elevado.
También desde los productos
bancarios más tradicionales se puede llegar a esta estrategia. Es el caso de
los depósitos a plazo vinculados a la renta variable. Bien a través de una
cesta de acciones o por medio de una cartera de fondos de inversión. Se compone
de un parte de renta fija que es la que garantiza un rendimiento fijo a los
ahorros, aunque bajo unos porcentajes mínimos que van en consonancia con el
valor del dinero en estos momentos. Mientras que la restante – ligada a la
bolsa – es que la que permite que el rendimiento pueda mejorarse a su
vencimiento. Pero a diferencia de otros productos financieros, sin asumir
ninguna clase de riesgos. Porque en todos los casos siempre habrá un retorno a
los ahorros. Su distribución es equitativa para ambos formatos, la mitad para
cada modelo de inversión y sin posibilidad de variarla.
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