Préstamos de pequeña cuantía con tipos de interés más
bajos y sin prácticamente comisiones. Estos son los microcréditos, y que si
bien su oferta no está en todas las propuestas de los principales bancos, sí
que puede seleccionarse algunos modelos que cumplen con estas características.
Pueden contratarse con unas condiciones muy ventajosas y ajustadas, en donde
solamente hace falta cumplir con una serie de requisitos para acceder a ellos.
Su finalidad claramente social es el detonante de su
puesta en marcha, al estar destinados a personas
con pocos recursos económicos o que están en situación de exclusión social
y quieran desarrollar un pequeño negocio a través de la punta de liquidez que
generan estos préstamos. Desempleados, familias monoparentales o personas con
discapacidades son algunos de los segmentos sociales a los que van dirigidas estas
fuentes de financiación. Y en donde tampoco falta alguna oferta puntual
destinada a autónomos y emprendedores.
Permiten acceder a líneas de crédito no excesivamente
extensas, casi siempre por debajo de 25.000
euros, y en donde las comisiones están exentas en el momento de formalizar
los contratos. Otra de sus principales aportaciones es que sus demandantes
tendrán que pagar menos intereses en comparación con otra clase de préstamos
más convencionales. Esto es así, porque mientras en los microcréditos no suelen rebasar la barrera del 5%, en los préstamos
personales o para el consumo están situados en un escalafón más alto, oscilando
entre el 6% y 13%.
A estas ventajas se les une otra de no menor importancia,
como el no requerimiento de avales ni
garantías personales para su formalización. Y en cualquier caso sirven para
acometer algún pequeño proyecto empresarial para salir de su situación de
precariedad social, para lo cual tendrán que aportar viabilidad al proyecto.
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