La
economía y el ser humano son dos hemisferios destinados a complementarse de una
forma totalmente directa. Así pues, sin personas que movilicen el mercado con
la compra/venta y con sus inversiones, la economía y el mercados de valores
entrarían en colapso al verse estancados en su totalidad. Y es aquí donde
reside el objeto de estudio de una vertiente de la psicología: la economía
conductual.
Pero
¿qué es la teoría de la economía conductual? Según indica el comparador
financiero y de créditos on line WannaCash.es, esta
teoría se basa principalmente en el estudio de las decisiones que tomamos las
personas con respecto a nuestra economía en base al contexto en el que nos
encontramos. Esto puede parecer algo bastante lógico, ya que si una persona
tiene dinero podrá comprar lo que quiera y si no lo tiene no podrá. Sin
embargo, esta teoría va más allá, ya que analiza al ser humano consumidor en
base a tres presupuestos:
- La
preferencia del consumidor hacia un bien y el descarte del otro
- El
presupuesto disponible para tal compra o inversión
- La
satisfacción-utilidad que puede reportar ese bien
Estos
tres presupuestos nos dan una visión clara del proceso económico en base a esta
teoría, dando muestra así de que este tipo de teoría aboga por una visión de la
economía sin hechos preestablecidos, es decir, que el consumidor no tendrá un
patrón de acción que ya viene dado previamente. Por lo tanto, actuará por
impulsos en base a su dinero y al uso y preferencias que tenga por ese bien que
quiere adquirir o ese dinero que quiere ganar.
Aun
así, esta teoría no gusta demasiado a los defensores de la economía racional,
ya que afirman que estos procesos deben afrontarse de forma totalmente medida,
sin dejarse llevar por impulso. Y esto lo extrapolan al mercado de valores, en
donde siempre se aboga por dejar de lado el sentimiento y ceñirse a cifras y a
la mente.
Eso
sí, esta lucha entre la mente y el corazón no viene a desbancar la racionalidad
en la economía, sino a complementarla, ya que una persona no puede apostar por
solo una cosa a la hora de enfrentarse a una inversión. Por ejemplo, si una
persona decide comprar algo, antes pensará cuánta satisfacción le reportará la
compra, y cuanta utilidad le podrá dar (corazón), pero deberá pensar también si
de verdad lo necesita y cómo afectará a su economía personal (mente).
Es
por ello que siempre hay que apostar por un equilibrio entre ambos hemisferios.
Solo así se conseguirá la mejor visión de la economía.
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