Ante los problemas para conseguir una financiación en los bancos, buena parte de los usuarios se plantean la posibilidad de recurrir a los servicios de prestamistas. Pululan por doquier por toda la geografía española al amparo de la crisis económica y no dudan en ofrecer sus servicios por todos los medios disponibles.
Ante este escenario en los créditos, la postura de los usuarios debe ser mantenerse al margen de estos servicios. Seguramente que les concedan su petición, pero a cambio de unos intereses altísimos, que en muchos casos pueden llegar hasta el 30%, 40%, o incluso más, con lo que tendrán que padecer un proceso de amortización muy duro.
Las facilidades para aprobar su solicitud son más beneficiosas, en efecto, pero a cambio de pagar un peaje muy caro, que puede inducir a que el nivel de endeudamiento de los demandantes se dispare peligrosamente. Incluso si optan por cuantías muy pequeñas, ya que prácticamente tendrán que pagar el doble en la operación realizada.
Es mucho mejor para ellos que agoten otras opciones para captar liquidez para sus problemas de caja doméstica. En los propios bancos, entre sus familiares, por medio de créditos entre particulares, o sencillamente a través de una estrategia alternativa por la que puedan solucionar sus problemas.
Otro problema, y no menos grave, que les acarrearán los prestamistas son los referidos a su devolución. Si se paga el capital más los intereses, todo irá bien para ambas partes. Pero de no ser así, mucho cuidado con la letra pequeña firmada, porque incluso podrían perder sus bienes materiales, bien su casa o el mismo coche.
Esto último, hace aún más desaconsejable la formalización de algún crédito con estas empresas. El cliente siempre tendrá todas las de perder con la otra parte, y que en muchos casos puede terminar con un conflicto grave para los usuarios.
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