Los
jóvenes se constituyen como de los segmentos más apreciados por parte de los
bancos, que les ofrecen una serie de productos diseñados a sus especiales
características, y que tienen a los créditos como una de las herramientas más
ventajosas para sus intereses. Tiene una explicación lógica, al tratarse de los
futuros clientes de las entidades, éstas ponen en sus manos mecanismos de financiación favorables para sufragar sus
primeras necesidades. Por un lado, a través de créditos que presentan unas
condiciones más competitivas que las aplicadas a otros sectores de la sociedad.
Y por otro, lanzándolos sin intereses para financiar las demandas más
habituales en esta etapa de su vida: compra de ordenadores, sacar el carnet de
conducir, etc.
Pero
sin duda son los destinados a sus estudios donde prevalecen los intereses de
los bancos para introducirles como clientes. A través de una amplia gama de
vías de financiación que incorporen sus principales demandas como estudiantes: masters, cursos posgrado, ampliación de
estudios en el extranjero, conocimiento de otros idiomas… Sin que falten
las tradicionales recetas para sus estudios universitarios a través de la
financiación de sus matrículas, o con el anticipo de las becas. También en
otros desembolsos no formativos, como por ejemplo, gastos de mantenimiento,
viajes, alojamiento y material didáctico.
Atendiendo
a sus principales demandas han elaborado una cuidada oferta de créditos para
que puedan desarrollar, tanto sus necesidades personales como sus inquietudes
académicas, poniendo a su disposición los mecanismos para afrontar estos gastos.
Y es que incluso, buena parte de las entidades financieras, han desarrollado departamentos específicos
que están habilitados para los clientes más jóvenes, a través de unas
propuestas que son más receptivas a todas sus demandas. Pueden encontrarse con una
amplio abanico de productos, desde cuentas de ahorro a tarjetas de crédito,
pero donde sin duda los créditos son la herramienta más útil que tienen para
afrontar esta etapa de su vida.
Todo
ello en unos años en donde la liquidez de sus cuentas brilla por su ausencia. Y
a no ser que dispongan de una importante bolsa de ahorro, o cuente con la ayuda
de sus padres, no les quedará más remedio que acudir a los créditos que
comercializan los bancos para satisfacer sus primeras exigencias. Además, sirve
como excusa a las entidades para fidelizar
a estos clientes de cara a los próximos años, e introducirles en el siempre
complicado mundo de las relaciones bancarias.
Acceso a muchas y variadas fuentes de financiación
Pero,
si por algo se caracterizan las vías de financiación destinadas a los jóvenes,
es por la variedad de propuestas en función de sus finalidades, y que están
delimitadas claramente en la actual oferta bancaria. Esto es así, porque unas
no tienen que ver con las otras, y cada modalidad
aporta sus propias condiciones, en forma de intereses, importes concedidos,
amortización, y hasta la inclusión de un período de carencia.
Préstamos para los estudios: la oferta de los bancos abarca prácticamente todas
las necesidades de los jóvenes, desde sufragar su matrícula a los gastos de
mantenimiento, viajes, alojamiento, etc., pasando por los cursos para
posgraduados. Siempre a través de unas vías de financiación más favorables, con
una rebaja en los tipos de interés de varios puntos porcentuales con respecto a
otras modalidades de créditos. También presentan un plazo de amortización más
dilatado, e incluso un período de carencia durante los primeros meses.
Préstamos para sus primeras necesidades: sacarse el carnet de conducir o la adquisición de
ordenadores, por ejemplo, están contemplados por las entidades, que han
elaborado unos pequeños créditos que pueden demandarse sin intereses, es decir
al 0%, y que representan la mejor apuesta hacia sus demandantes al importar
estas peculiaridades tan interesantes.
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