Los depósitos a corto plazo son
los destinados a períodos de permanencia más breves, que oscilan entre 1 y 3 meses. Están destinados para un perfil de
clientes muy definido, que quiere tener sus ahorros durante poco tiempo y
evitando cualquier sobresalto en sus cuentas, como preámbulo antes de
inclinarse por la renta variable, o también por los gastos que deberán afrontar
a su vencimiento.
Nunca han sido especialmente
rentables estos productos con plazos tan reducidos. Pero ahora menos, ya que el
abaratamiento en el precio del dinero por parte de las autoridades monetarias
de la Unión Europea les ha llevado a una rentabilidad bajo mínimos históricos. Se mueven en una horquilla que oscila entre
el 0,15% y 0,50%, en función de cada imposición y de los formatos elegidos
para satisfacer esta demanda. No obstante, algunos modelos pueden incluso
llegar a casi el 1%, aunque para ello habrá que decantarse por ofertas de
bienvenida que están diseñados para los nuevos clientes, o cuando menos para
aportaciones adicionales.
Puedes contratarlos desde 1.000 euros
Son imposiciones muy sencillas de
suscribir, y que no requieren de
vinculaciones ni otro tipo de exigencias. Precisamente por esta
característica, son aptas para todos los públicos, que no requerirán de conocimientos
especiales para su contratación. Al contrario, su formalización por internet es
un denominador común en buena parte de las propuestas, sin que repercuta
excesivamente en la remuneración que proporciona a sus demandantes. Si acaso
con una mejora de unas pocas décimas en su porcentaje.
Y que con respecto a las
aportaciones mínimas, no presentan grandes diferencias en relación a los
depósitos de medio o largo plazo. No en vano, pueden contratarse desde únicamente 1.000 euros, aunque en la
actual oferta se presentan modelos más exigentes que requieren aportaciones a
partir de 6.000 euros. Los hay a 10 días, a 1 o 2 meses, y el tope máximo en
estos plazos tan cortos se establece en 3 meses.
En cualquier caso, la
rentabilidad que proporcionan a sus suscriptores es ciertamente
insatisfactoria, pero a cambio de
generar una mayor estabilidad a los ahorros y superando el riesgo que corren
otros productos bancarios, especialmente los derivados de la renta
variable. Esta aportación lo conforma como un producto más adecuado a un perfil
de cliente claramente conservador, que da mayor relevancia a la seguridad que a
otras variables por las que optan los clientes intermedios o agresivos.
Buena parte de las entidades de
crédito son las encargadas de comercializarlos entre sus clientes, incluso a
través de ofertas promocionales con
fecha de caducidad, que invitan a suscribirlos rápidamente, antes que hayan
vencido sus propuestas. Y cuya estrategia es la más habitual para incrementar
la remuneración que cobrarán los impositores. El pago de los intereses, por
otro lado, puede ser mensual o al vencimiento, al igual que en otros depósitos.
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